La tarde del lunes se presentaron los carteles de la temporada taurina portuense. Y como cada año, las opiniones han sido de lo más variadas. No seré yo quien cuestione lo que piensa cada aficionado; bastante crítico he sido en temporadas anteriores con la confección de los carteles.

 

No pretendo tener la razón absoluta, pero esta vez, y a diferencia de otros años, los carteles me han llenado. Son, sencillamente, de mi gusto.

 

Partamos de una base clara: el empresario viene a ganar dinero. Se ajusta al pliego y, además, ofrece una corrida más de las obligadas. Que todos queremos más es evidente, pero en ese caso, el problema no es del empresario… sino del que redactó el pliego.

 

Vamos al turrón, que es lo importante.

Imagino que no ha sido fácil montar estos carteles en tan poco tiempo. En menos de quince días desde la adjudicación ya estaban presentados. Solo por eso, ya merecen cierto crédito.

 

Y a mí, sinceramente, me gustan. Mucho. Sí, hay cuatro dobletes —quizás demasiados—, pero vaya dobletes: Morante, Roca, Ortega y Aguado. Casi nada. Y como a mí me encanta ese toreo tan nuestro, tan barroco, tan del sur, tan “sevillano”, pues qué queréis que os diga: estoy encantado.

 

Sé que no se puede, o no se debe, pero yo pondría a Morante las cuatro tardes. Nos queda tan poco de disfrutar del genio… Que el día que se vaya, el hueco será de proporciones catastróficas.

 

Y ojo, si tiramos de hemeroteca, es cierto que el año pasado critiqué —y con mi verdad por delante— los carteles. No me pareció justo dejar fuera a Daniel Crespo tras haber sido el triunfador del año anterior. Tampoco me gustó que Zúñiga metiera a Ventura en una corrida de a pie, habiendo ya otra de rejones. Y sí, critiqué el doblete de Aguado, porque una de esas tardes debió ser de Crespo, por méritos propios.

 

De la corrida de rejones no hablaré. Ni entiendo ni me gusta. Respeto a quien le guste, pero no es lo mío.

 

La novillada me parece difícil de superar. Ganado de La Cercada, con un cartel que ilusiona: Víctor Barroso, Aarón Palacios y El Mene. Que esté Víctor es de justicia. Me hubiese encantado ver también a Gonzalo, pero en su ausencia, Aarón y El Mene son dos de los novilleros del escalafón que más me ilusionan.

 

El día 2, con toros de Olga Jiménez, tenemos a Manzanares en una de sus plazas preferidas —además de ser el triunfador del año pasado—, a Roca Rey, figura indiscutible, y a Pablo Aguado, del que siempre se espera mucho… aunque, sinceramente, yo ya estoy un poco cansado de tanto esperar.

 

El domingo 3, con toros de El Freixo (la ganadería de El Juli), hay garantía. De Morante poco hay que decir: es el mejor torero de la historia, y punto. Le acompaña Talavante, que no es santo de mi devoción, pero debe estar. Y cierra el cartel quien podría ser, aunque aún a años luz, su heredero: Juan Ortega.

 

El día 9 llega la corrida estrella, con toros de Cuvillo. En el cartel, las dos figuras más sólidas de las últimas temporadas: Morante y Roca. Y cerrando, por fin, Daniel Crespo. Se ha hecho justicia con él, quizás un año tarde, pero como dice el refrán: nunca es tarde si la dicha es buena.

 

Y cerramos la temporada con un cartel que me tiene en vilo: Ortega y Aguado, con toros de El Puerto y La Ventana del Puerto. Lo único que me chirría es el ganado, no me convence. Aun así, tengo muchas ganas de ver esa corrida. Puede ser una de esas tardes que salimos toreando de la Real.

 

Posdata.

Claro que me faltan toreros. Echo de menos a Borja, a Marco Pérez, a Emilio de Justo, y a uno que me hubiese encantado ver en El Puerto: Jiménez Fortes.

Quizás una corrida más hubiese sido la guinda del pastel. Aun así, es un pastel que estoy deseando saborear.

 

Nos vemos en la Plaza Real.

 

Juan M Quiros